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domingo, febrero 09, 2014

Los sinvergüenzas que se cargan nuestra fiesta (I)

Somos muchos quienes hoy en día, tal y como está el panorama en el mundo taurino, pronosticamos un inminente fin de la fiesta íntegra, pura y verdadera. Llegados a un punto en que algunos matadores responsables de esta desaparición paulatina se valen de las redes sociales para hacer demagogia y confundir a los nuevos aficionados, metiéndoles en la cabeza sus ideas tan alejadas de las del aficionado actual, ya es hora de escribir para explicar por extenso los argumentos en lo que yo y, bajo mi punto de vista, muchos otros taurinos nos basamos para anunciar este fin.

A grandes rasgos, los culpables se dividen en cuatro grupos que paso a analizar uno a uno: toreros, ganaderos, empresarios y prensa.
Miguel Ángel Perera

Los toreros se están cargando su propia profesión. Es paradójico, pero es así. El pasado viernes, Miguel Ángel Perera escribía en Twitter algo como lo siguiente:
"No, difícil no, es imposible... ¿¿qué cojones quieren descubrir ahora?? ¿¿Esto es una oportunidad??"

Perera lo escribió durante una floja novillada que no funcionó de Prieto de la Cal. Curioso que lo diga el mismo que hace unas semanas declaró en una entrevista para Diario As que no creía en la casta. Sí, tal cual lo oyen, un matador de toros de esos que hoy en día llaman "figuras" no cree en la casta. Pero es aún más curioso que demande oportunidades quien se cierra las puertas de ganaderías "duras" y, lo que es más importante, quien cierra las puertas de jóvenes promesas mediante carteles cerrados desde el 1 de Enero. Las figuras, hoy en día, torean porque sí, y ni se lo ganan en la plaza ni fuera de ella.

Las figuras son culpables de la decadencia de la pureza, la frescura y la verdad de la tauromaquia por muchos motivos. Centrándome en los aspectos de su comportamiento fuera de la plaza, lo más reseñable es su egoísmo. Simón Casas prepara en Valencia una corrida monstruo con Morante, Ponce, El Juli y Manzanares. ¿No cabe ahí alguien joven (Joselito Adame, Juan del Álamo...)? El año pasado el mano a mano Juli-Manzanares se repitió (hablo de memoria) unas cinco veces. ¿Ahí tampoco caben promesas de futuro? ¿Y si abren un poquito más los carteles para que no siempre toreen los mismos? Pero el problema se extiende a otros toreros que sin ser jóvenes ni promesas no pueden torear con figuras, por ejemplo, Iván Fandiño. Se ven tan superados por la pureza y la verdad del matador de Orduña que no se atreven a medirse con él.

Hecha esta breve reflexión, lanzo una pregunta a quienes les defienden a capa y espada con el simple argumento de "baja tú": De veras, ¿no os sentís estafados?

Por último, otros toreros como Israel de Pedro (picador de David Mora) o Pedro Iturralde (también picador) se encargan de fomentar el odio hacia todo lo relacionado con la fiesta de los toros a través de las redes sociales. Pasan los días generando discusiones y atacando a todo el que no piensa como ellos. A mí, personalmente, me han atacado más de una vez por discrepar con sus apreciaciones sobre determinada faena o lidia.

Los ganaderos son cómplices de esta decadencia. La crisis económica que vivimos en España desde 2007 ha mermado la fiesta taurina, provocando la desaparición de ganaderías e incluso encastes completos, pero con seguridad afirmo que la recesión no es única culpable. Las figuras aparecen hoy en día en todas las ferias con las mismas ganaderías. Se podría decir que las llevan "bajo el brazo". Garcigrande, Juan Pedro Domecq, Zalduendo, etc son las ganaderías más repetidas en los carteles en los que aparecen los matadores más prestigiosos del plantel. Sin ir más lejos, las reses de la corrida monstruo de la que hablaba antes las pondrá Garcigrande.

Los encastes son motivo de disputa entre quienes se denominan "toristas" y "toreristas". Personalmente, pienso que estas distinciones son absurdidades que reman en contra de una fiesta que requiere unidad. Yo abogo por una fiesta en la que se vea emoción en el ruedo. Pero cabe recordar que la emoción la pone el toro con encastadas embestidas con las que el matador debe saber jugar para componer una bella obra de arte. Si no hay emoción, si no hay una evidente superioridad física del animal sobre la persona, la lidia pierde todo su sentido.

El "torerismo" llevado al extremo implica el monoencaste Domecq. Sí, precisamente el encaste que tanto aman las figuras. El motivo es muy sencillo: el tipo de toro que este ganadero (o esta familia, desde un punto de vista más amplio) busca es el más sencillo de todos los que se puedan encontrar. Un toro suave, dulce, dócil, noble, bueno, inocente, que acompañe al torero. "¿Que esto supone cargarse dos tercios de la lidia, varas y banderillas? Sí, ¿y qué?"

El tweet de Perera que he analizado anteriormente también tiene su componente "torerista": ¿Habría escrito lo mismo si la ganadería hubiese pertenecido a un encaste "amigo"? ¿Por qué se tiene que aprovechar de una manera tan vil de la complicadísima situación que está atravesando Prieto de la Cal?

Próximamente analizaré el rol que juegan empresas y prensa.

Muchas gracias,
Iñigo Martín Apoita

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