En España se odia la bandera por diversos factores: quizá la
causa más esencial es el hecho de que, con el pequeño detalle de un ave
bastante imponente en medio, fue la que asumió un señor muy bajito que dictó en
España lo que le vino en gana, desde fusilamientos de republicanos y gente de
izquierdas (mataron a uno de los mejores escritores de la historia de este
país, García Lorca) hasta decisiones meramente políticas que se habían evitado
hasta entonces, póngase como ejemplo la centralización que robó competencias a
todas las comunidades. Dicen muchos que no solo es la bandera franquista, y no
les falta razón, ya que fue también insignia del país en la Primera República,
pero esto tiene fácil explicación: la bandera de ese período no tuvo cambios,
tan solo quitaron la corona que hasta entonces había imperado. No modificaron
colores por simplicidad. Y sí, la rojigualda también acompañó a la
Restauración, proceso liderado por el conservador -muy conservador- Cánovas del
Castillo. Quizá sea eso lo que genere antipatía hacia la bandera: que sea la
muestra de un país tradicionalmente conservador, cuyo conservadurismo le ha
llevado al atraso en que aún está sumido, al ser de los países que menos
invierte en lo que hoy da dinero: I+D. Algún día nos daremos cuenta y
reaccionaremos, pero para entonces, como siempre ha pasado, será demasiado
tarde.
La tauromaquia es de derechas y monárquica. Las Ventas cantó
Viva al Rey el pasado Mayo y se aseguró de que la izquierda, generalmente
republicana, asocie los festejos taurinos a lo que no deberían ser pero
desgraciadamente son: política. Además de elitista, la fiesta de los toros es
tradicional y conservadora: en general, los grandes cambios no son bienvenidos.
Quienes aborrecen de ella, los antitaurinos, gente tan infeliz que dedica su
tiempo a destruir, tienden a la izquierda: de esa ideología son precisamente
los partidos animalistas como el PACMA. No conviene, por tanto, generar también
en lo político discrepancias con los "antis", porque están al acecho
y nos atacarán cuando nos vean débiles. Atacará IU, atacará Podemos y atacarán,
si suficientes inconscientes les votan, los partidos animalistas. Sé que voy a
contracorriente en este entorno, pero tampoco la izquierda es la solución. Ser
apolíticos es la mejor manera evitar un conflicto más.
Creemos una bandera taurina, en la que los colores sean
nuevos y en cuyo centro destaque un toro en todo su esplendor, mostrando su
condición de bravo e imponente. Huyamos de estereotipos infundados pero
inevitablemente presentes. Acerquémonos a la gente, enseñemos a niños y jóvenes
este espectáculo de valores añejos que la sociedad actual, inculta, temerosa de
la muerte y cobarde, no alcanza a comprender. Pero, hagamos lo que hagamos,
alejémonos de la política.
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