Y, en efecto, llueve en Bilbao. Llueve en abundancia, con constancia y cadencia, suavemente. Llueve según dejo atrás la Alhóndiga y recorro la Alameda Recalde hacia la plaza de toros. En Vista Alegre espera, cálidamente iluminado, un casi escondido museo taurino.
Tan escondido está que es necesario preguntar por él en la taquilla de la plaza. Dos o tres personas retiran sus abonos de cara a la Semana más Grande del año. El personal me abre el portón por el que entran y salen los toreros, serios y amedrentados primero; satisfechos o derrumbados después. Paraguas cerrado y escaleras arriba, bajo los silenciosos tendidos. Podrían ser sepulcros, a juzgar por el silencio. El silencio sempiterno de una plaza que aguarda.
Y, al fin, el museo. Una ligera curva repleta de letra y objetos históricos. Algo más de cincuenta metros, quizá sesenta o setenta. Museo acogedor y silencioso, bien iluminado pero sobre todo preciso. La información es objetiva, rigurosa y está bien redactada. Parece contradictorio que esto pueda sorprender, pero uno se encuentra salas pobres y decadentes en demasiados lugares de la geografía española.
Reposa, aproximadamente a mitad de camino, un viejo habitante de Zahariche. Ofendido, de Eduardo Miura, nacido en Febrero de 1990 y llegado a Bilbao a la edad de cinco años contando con 602 kilos. La desgracia se apuntó al viaje y el imponente toro se rompió un pitón, quedando para siempre en el Botxo, asustando a los visitantes con su incuestionable trapío, obligando a mirar de reojo por si se arranca una fiera que murió hace 20 años. Su mirada es seria y grave. Es badanudo, astifino -aunque a buen seguro lo fue más- y rematado. El cuajo se aprecia en la culata.
Preside un museo que merece la pena. Visto en veinte minutos por un precio irrisorio, fotografiado con total libertad, recorrido sin molestos niños gritones o domingueros con chancletas. De eso no hay. Allí dentro todo es respeto, admiración, culto al pasado, a la tradición taurina y enfáticamente torista de Bilbao. Abre mañana y tarde. Lo mínimo es pasarse.
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