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domingo, julio 07, 2013

La habitual desilusión

Abarrotada, la plaza de toros de Pamplona se preparaba para la primera corrida de toros de la Feria del Toro. Y, como tantas otras veces en el mundo del toro, los aficionados y espectadores dispuestos a verla nos hemos llevado una gran desilusión. 

Podríamos decir que el motivo principal ha sido la falta de juego de los toros de la ganadería cacereña Alcurrucén, pero sería un castigo ligeramente injusto teniendo en cuenta la leve chispa que el último de la tarde ha dado a la corrida. El error más determinante en la selección de los astados por parte de los ganaderos ha estado en el tamaño. Las seis reses, en tonos colorados, han estado muy atacadas y muy sacadas de tipo. En esas condiciones es muy difícil que un toro embista.

El papel más complicado se lo ha llevado Antonio Ferrera. En este caso no lo digo exclusivamente por el lote que le ha tocado en el sorteo matinal -que también-, sino por el papelón que es abrir plaza en Pamplona. Porque el primer toro es aquel en el que el espectador saluda al compañero, en el que se sientan los que llegan tarde y en el que el público entra en la corrida en cuestión, y el cuarto es el toro de la merienda, en el cual la gente está más pendiente de los rellenos de sus bocadillos que de lo que ocurre en el ruedo. Y todos estos problemas se incentivan si lo que ocurre en el ruedo es lo que ha ocurrido hoy. 

El abreplaza venía acompañado de polémica por su extraño comportamiento en el encierro de unas horas antes. Para quien todavía no se haya enterado, el toro se ha quedado delante de un grupo de unas decenas de personas mirándoles en incredulidad, perdonando una embestida que seguro se habría cobrado algún paso por quirófano. La polémica se centraba en los ganaderos, a quienes ciertas personas acusaban de dopar a sus toros para evitar cualquier tipo de catástrofe. Dejando esto de lado, la única catástrofe ha sido su comportamiento en el ruedo. Al igual que el cuarto y segundo de Ferrera, ha sido un manso sin casta que ha ido de más a menos.

Antonio Nazaré y López Simón completaban la terna. Nada destacable del diestro sevillano, que se ha estrellado contra dos mansos que no tiraban ni poniéndoles los trapos delante, salvo una vuelta al ruedo que dio en su segundo completamente fuera de lugar. Una lástima porque este chico necesita oportunidades para mostrar el concepto que lleva dentro, un concepto que yo, personalmente, creo bueno. Sí ha tenido algo que hacer López en su último, un geniudo y encastado que se ha movido más que todos sus hermanos juntos, sin ser tampoco una joya. Con valor pero sin temple y toreando hacia las afueras el diestro madrileño.

Seis toros de Alcurrucén, muy parados y mansos salvo el último, que se movió algo más, para:
Antonio Ferrera (frambuesa y oro): Aplausos, silencio.
Antonio Nazaré (blanco y oro): Silencio, vuelta al ruedo.
López Simón (blanco y oro): Ovación con petición, silencio.
Tarde soleada con la plaza llena. Resultó herido en la cabeza el banderillero de López Simón "Chetu". Parte médico: 
"Traumatismo por asta, produciéndose gran herida en scalp de cuero cabelludo de 10 centímetros. Pronóstico leve. No se autoriza que continúe la lidia".

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