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domingo, julio 14, 2013

Poco Miura la de Miura

Últimamente, la frase "sin toro no hay paraíso" suena a tópico, pero es la pura realidad. Es irremediable. Las empresas eligen cuidadosamente las ganaderías, teniendo en cuenta los momentos por los que pasan y el historial que van dejando a su paso por las grandes ferias (me haré el tonto y obviaré que también tienen en cuenta si las figuras de turno las aceptan o no). Pero, en ocasiones, las cosas se tuercen para los ganaderos y salen corridas como la que ha echado Miura para cerrar los Sanfermines del año 2013. Aunque es difícil hablar de una tónica general de la corrida, destaca por encima de todo su falta de casta.

Algunos de los detalles más interesantes de las escasas dos horas de festejo los ha dejado Rafaelillo. Su primer toro, el abreplaza, no le ha dado ninguna opción pero tampoco le ha metido en apuros. A pesar de no haber podido expresarse en un solo pase, se ha tirado a matar como mandan los cánones, pero algo malo le ha debido ver el palco que no le ha premiado con la oreja que esa estocada merecía. Y no quizá por culpa suya, sino por la de los espectadores que, un día más, abarrotaban el coso navarro. El que no haya sacado el pañuelo al término del primer toro se delata él solo.

El cuarto ha pasado de ser un toro sin opciones a ser un toro malo. Mirón, peligroso y sin pasar, ha obligado a Rafael a sacar a relucir esas tablas que tiene ya como matador profesional. Cuarenta corridas de Miura son muchas corridas, y siete seguidas en Pamplona tampoco deben quedar en vano.

Saúl Jiménez Fortes pidió expresamente la corrida de Miura y así la obtuvo. En su primero, el mejor toro de la tarde por nobleza y clase aunque un soso descastado, ha demostrado una vez más el valor que atesora, pero también ha dejado constancia de su inmadurez. Un claro ejemplo está en su intento de terminar la faena de hinojos cuando el toro, rajado, ya ni pasaba. Sin duda alguna, necesita aprender a medir su valor y a usar la cabeza.

La historia ha cambiado en el último de la tarde. Se ha mostrado sereno, profesional y muy tranquilo ante 'Jerezano', un geniudo de nada menos que 650 kg. Su acierto en terrenos y en distancias ha despejado dudas acerca de su capacidad de entender a los toros.

Javier Castaño se ha llevado la peor parte, sin haber tenido ninguno de los seis astados la mínima opción de triunfo. El segundo ha tenido la movilidad y la casta justas y no ha dado opción alguna al templado y valiente torero leonés.

El quinto no ha tenido un ápice de fuerza y Castaño lo ha despachado en cuanto ha podido. Tras un percance al entrar a matar en el que la espada le ha saltado a la cara provocándole un pequeño corte, ha recurrido al descabello para acabar pronto con el sufrimiento de todos: toro, torero y aficionados.

Seis toros de Miura, de mucho peso y gran trapío salvo el anovillado tercero, para:
Rafaelillo (azul turquesa y oro): Ovación con vuelta al ruedo, silencio.
Javier Castaño (lila y oro): Palmas, palmas.
Jiménez Fortes (nazareno y oro): Oreja tras aviso, palmas.
Saludaron David Adalid y Fernando Sánchez (de la cuadrilla de Javier Castaño) por sus grandes pares de banderillas en segundo y quinto toro. Tarde soleada con la plaza llena.

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