Vistas de página en total

domingo, agosto 18, 2013

Nadie se aburrió

Variada y entretenida la corrida de La Quinta para abrir las Corridas Generales 2013, en Bilbao. Sobre todo entretenida. Más que divertida, eso desde luego. Según el cartel que elaboró la empresa, los toros de la ganadería de procedencia Santa Coloma los matarían el sevillano Manuel Escribano, quien poco a poco va entrando en carteles tras cortar dos premios a un Miura en la Feria de Abril, el siempre presente en Bilbao Luis Bolívar y un Rubén Pinar cuya presencia nadie supo justificar.

De destacar el tema de los puyazos, un tema recurrente pero que empieza a ser preocupante. Hasta hace poco, los picadores (o más bien los matadores, que son quienes ordenan a los del castoreño cómo y cuánto picar) tenían la decencia de pegar un primer puyazo y simplemente marcar al toro en el segundo, pero hoy, en los toros segundo y sexto, los dos puyazos han sido meros simulacros. Algunos parecen pensar que los dos primeros tercios son de adorno mientras se espera al tercero.

Manuel Escribano nació en Sevilla, pero cualquiera lo diría. El concepto que uno tiene de los toreros sevillanos es el que puede apreciar en Morante de la Puebla, El Cid o Daniel Luque. Todos estamos de acuerdo en que este tipo de toreros, nos gusten más o menos, buscan un toreo clásico, basado en el temple y en el gusto. Pues bien, el estilo de Manuel es completamente diferente. Aunque sin opciones en el primero, en el segundo de su lote demostró la poca capacidad que tiene de encontrar el temple y, por encima de todos sus defectos, de llevar el mando. A mí, personalmente, no me dijo nada y su oreja me pareció desmerecida.

Quien si me dijo muchas cosas, para bien o para mal, fue Luis Bolívar. El que fuera apoderado por Victorino Martín ha sabido llevar al toro de la corrida, el segundo. Potente, fiero, encastado y bravo el ejemplar de La Quinta al que Bolívar tapó y tragó, buscando el temple en ocasiones pero sin perder la concentración. Una vez lo hizo y el toro se encargó de recordarle lo que es el encaste Santa Coloma mediante una voltereta. Pero al colombiano le tocó aplicar eso de "una de cal y otra de arena" y tuvo que despachar como pudo al quinto, un astado complicado de corta embestida ante el que el diestro nacido en Panamá tuvo nulas opciones. Quizá podamos reprocharle que se echó muy encima en lugar de darle más distancia y otras mil cosas más, pero no vamos a llegar a ninguna parte.

Se puso de acuerdo con Escribano para pegar pases en lugar de torear Rubén Pinar, cuya presencia, comentaba en la introducción, nadie llega a entender, habiendo toreros como Joselito Adame o Antonio Nazaré sentados en el salón de casa. También al diestro de veintitrés años le tocó uno bueno y uno que no lo fue tanto: su primero, el tercero en saltar al coso bilbaíno, fue un soso descastado al que tampoco terminó de entender Rubén; su segundo, el encargado de cerrar la plaza de Vista Alegre, fue un ejemplar con clase, repetición y transmisión ante el que el albaceteño se mostró vulgar e incapaz de buscar el temple.

De la ganadería me quedo con segundo, por su extrema bravura y casta en parte debidas a los nulos puyazos, y sexto, por su clase y profundidad en la embestida.

Seis toros de La Quinta bien presentados, en la línea de la ganadería hoy en día, bajitos pero con cara, y de juego variado.
Manuel Escribano (turquesa y oro):  Silencio, oreja.
Luis Bolívar (sangre de toro y oro): Oreja, silencio.
Rubén Pinar (verde y oro): Aplausos, oreja.
Saludó Raúl Adrada, de la cuadrilla de Luis Bolívar, tras dos pares de banderillas magníficos al segundo de la tarde. Sol y un preocupante cuarto de entrada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario