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lunes, octubre 26, 2015

PACMA y sus ridículos

Ridículo tras ridículo, miembros y votantes del PACMA, el Partido Animalista Contra el Maltrato Animal, se resisten a dejar de hacer el tonto. A dejar de quedar como auténticos lelos en actos o manifestaciones fallidas, en manipulaciones tergiversadoras y en palabrería barata evidentemente falsa. Se resisten a pensar por sí mismos.

Con el auge del antitaurinismo del que es culpable la prensa llegó el archiconocido Toro de la Vega, manifestación tradicional del valor de un pueblo frente a una fiera que recorre sus calles. Así, al menos, lo ven los habitantes del pueblo, quienes secundan dicha tradición y tienen o deben tener pleno derecho a ejercerla. Nadie tiene autoridad moral para prohibir un festejo. Que joder, estamos en España, y nos gusta decir que aquí hay libertades.

Libertad como la que existe en Tordesillas el día del festejo popular. Uno se mueve por el pueblo antes de las once de la mañana sin restricciones, siempre que sea mayor de edad y esté dispuesto a enfrentarse a la bestia liberada a esa hora. Aprovechándose de esa libertad, los antitaurinos decidieron bloquear el paso e incluso atarse con esposas. Todo esto rodeado de insultos. Sádico por aquí, hijo de puta por allá, asesino y tal y cual. Lo típico. Hubo entre ellos un iluminado que decidió no sólo atarse sino, además, tirar la llave con la que poder soltarse al río. Estando en pleno paso del toro. El muy idiota. Y el animal, independientemente de que hubiera un bobo jugándose la vida por defender a un bicho que no salvaría la suya, fue liberado a la hora en punto y recorrió las calles del pueblo como mandan los cánones. Así que el susodicho, chistoso además de botarate, acusó a los organizadores de intento de asesinato. Asesinato dijo. Conociendo las normas. Asesinato llamó a su inconsciente intento de suicidio.

El resto de "activistas", porque así se hacen llamar, salió por patas en cuanto vio venir al toro. A ese animal que, cuando están en su casa en el centro de su ciudad -porque de campo ni puta idea- llaman pacífico y tranquilo. Herbívoro indefenso, y demás. No les valen dos brochas por pitones como defensa. El caso es que vieron a Rompesuelas y se cagaron como auténticos cobardes. En lugar de hacerle varias caricias y susurrarle al oído que todo había acabado. Y que ya se lo llevaban a casa y le daban un huesito para que se entretuviera.

No piensen que esto es todo; muy al contrario, el historial de ridículos es amplísimo. Empezando por el vídeo de un colgado acariciando a un morucho que venden como la prueba definitiva de que el toro de lidia es pacífico. Que viene siendo como si acaricio a una ballena y lo uso como argumento de lo bien que se comportan los delfines con los humanos. También tenemos al típico listillo que roba en Internet una estampa de acoso y derribo con palos de madera sin punta y lo vende en Twitter como el entrenamiento de los lanceros de Tordesillas.


Porque Twitter es a todas luces el mayor escaparate de la estupidez humana. Un escaparate muy particular, ya que es al mismo tiempo una fábrica de estúpidos. Allí se retroalimentan de gilipolleces los animalistas, soltando falsedades que el común de las personas creen firmemente y a ciegas. El problema no es lo que escriben los altos cargos del PACMA o los activistas que les secundan -a quienes por cierto contamos con los dedos de una mano-. El problema es que, en la sociedad de medios, de instantaneidad, de inmediatez de la información y fugaz desaparición de la misma, no hay tiempo para contrastar, y quien no tiene dos dedos de frente se cree a pies juntillas todo lo que lee. La sociedad se gana a través de las redes. Y en eso hasta los ridículos animalistas nos han comido la tostada.

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