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martes, mayo 21, 2013

La mansedumbre atropelló a la casta

Decepción. Es el sentimiento que se apodera de nosotros al echar la vista atrás y ver lo que ha sucedido en la decimotercera del ciclo isidril del año 2013. Ni toros ni toreros. Todo ha salido mal. Sólo la suerte ha acompañado hoy, salvando de serias cogidas a cinco toreros que hoy se presentaron en Madrid, tanto de plata como de oro.

Los toros han sido lo primero que  deberá mejorar. La corrida ha estado igualada en cuanto a presentación pero desigual en lo que respecta al juego de los astados. Tan sólo el segundo se ha salvado por esa casta y esa repetición que se necesitan para que el tendido entre en la faena, y, casualidades de la vida, le ha tocado al desafortunado y desubicado Eduardo Gallo. En general, la corrida de Pedraza de Yeltes ha tenido casta (que en ocasiones se transformaba en rabia) y mansedumbre, mucha mansedumbre. Tengamos paciencia con un hierro tan joven y con tanto margen para mejorar.

También los tres espadas han fallado, en concreto uno de ellos: Eduardo Gallo. Le han tocado los dos mejores toros de la tarde pero no se ha acoplado con ninguno de ellos. Dos toros muy diferentes pero de muchas opciones. Su primero, segundo de la tarde, se ha caracterizado por una raza y un empuje que Gallo no ha conseguido dominar. Tampoco se ha sentido cómodo en su segundo, un sobrero de José Vázquez que entró remplazando a un toro de la ganadería titular que perdió la orientación al golpearse contra el burladero nada más pisar el coso Venteño. El quinto bis ha sido un toro de torero, muy del tipo de Juan Pedro Domecq. Vamos, lo de siempre: noble, con clase, sin casta, emoción ni transmisión... Ya nos lo sabemos de memoria. En este segundo se vio muy afectado por el viento, traba que él mismo acentuó fallando en la elección de terrenos. 

A David Mora le ha tocado un papelón. Nada bueno su primero, el tercero de la tarde, muy manso, despistado y carente de clase. A pesar de esto y de que, principalmente por culpa de su rival, Mora no ha estado cómodo con su toro, el tendido ha sacado los pañuelos a pasear -eso sí, en vano- y Mora se ha atrevido a dar la vuelta al ruedo. Pero, lo que es mas preocupante, el respetable madrileño ha tocado las palmas al rajado y mansurrión ejemplar de la ganadería de encaste El Pilar. Desde luego, la afición de Madrid se ha lucido. Nada reseñable en el sexto, astado complicado que ha desarrollado peligro ante el que Mora se ha tratado de justificar con mucho valor, como de costumbre.

Uceda Leal ha tenido que bailar con la fea. Sus dos toros han sido rajados, sosos y descastados. A pesar de que en el segundo ha estado cerca de escuchar los tres avisos, ha hecho lo que ha podido. Algunos le podrán recriminar una falta de actitud; de hecho, no ha transmitido muchas ganas pero, aunque hubiera querido, no habría podido.

Una vez más, la tarde de toros se hizo pesada y lenta. Suerte que este es el único espectáculo en el que una buena tarde justifica veinte malas. Muchas gracias.

6 toros de Pedraza de Yeltes, anchos de sienes y con buenas hechuras, y un sobrero de José Vázquez, sin remate por atrás aunque serio por delante, que fue lidiado en quinto lugar, para:
Uceda Leal (sangre de toro y oro): Silencio, pitos tras dos avisos.
Eduardo Gallo (sangre de toro y oro): Silencio con pitos y silencio con pitos tras aviso.
David Mora (azul marino y oro): Vuelta al ruedo tras petición y silencio.
Se llenaron más de tres cuartos de plaza en una tarde soleada. Se ovacionó a Féliz Rodríguez por dos majestuosos pares de banderillas al tercero.

Iñigo Martín Apoita


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