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viernes, junio 12, 2015

La tauromaquia peligra

La tauromaquia peligra. Recientemente hemos conocido el caso de A Coruña o Palma de Mallorca, donde existe un sector interesado en que sean proclamadas ciudades antitaurinas. Los aficionados aún recordamos la prohibición de los toros en Barcelona, sobre la que tendrá que pronunciarse pronto el Tribunal Constitucional. Cabría recordar al respecto que en la democracia tan pobre que tenemos los miembros de este tribunal los nombra el partido que gobierna, así que urge una resolución antes de que Podemos, PSOE o cualquier fuerza de izquierda llegue al poder. Esta semana hemos conocido que el partido socialista de Huesca está dispuesto a pactar con la marca blanca de Podemos, Cambiar Huesca, aceptando para ello una reducción paulatina de los festejos taurinos. En Tudela el caso es parecido: Tudela Puede, PSOE y algún partido más de signo izquierdista pretenden pactar para lograr la alcaldía, dispuestos a arremeter contra nosotros los taurinos. En Valencia, tamaña es la obsesión que el futuro alcalde se inventó el fin de las subvenciones al llegar a la alcaldía, ignorando que tales subvenciones no existen. También Ciudad Real, con el pacto entre PSOE y Ganemos, está entre la espada y la pared.

Ante este evidente peligro, me pregunto por qué las fuerzas de izquierda abogan por la prohibición de la tauromaquia. Resulta llamativo ver a los miembros de Podemos rehuyendo preguntas en debates políticos argumentando que su verdadero interés es la calidad de vida del pueblo y derrocar a la casta, al tiempo que el partido no duda en afirmar tajantemente en cada programa que redacta que está en contra de las corridas de toros, novilladas, rejones y lo que se tercie. La destrucción sistemática de la amplia cultura taurina recuerda a regímenes de otro tiempo que podríamos identificar con ambos lados del panorama político. Se trata de una prohibición despótica que atenta contra la libertad básica de acudir a aquellos festejos que cada cual quiera. Es la prueba del escaso aprecio por la cultura y la falta de altura de miras de la izquierda española que, no obstante, también se muestra en la derecha, porque son éstas características muy españolas. Los prejuicios, con esa superficialidad y banalidad que los rodea, conforman el sustento de la ignorancia. Y, como todos sabemos, la ignorancia es atrevida.

El peligro, por tanto, es real, y la reacción al mismo es de momento inexistente. Mientras que los aficionados más sectarios hablan de partidos comunistas o marxista-leninistas, aprovechando para reprochar a quienes han votado a esos partidos que traerán la pobreza a Españazuela -¿más pobreza?-, los profesionales no se unen, no pelean por su derecho constitucional a trabajar y se mantienen más preocupados por disputas internas propias de un sistema corrupto como el taurómaca. Decía Erice hace unos días que no se ha puesto en contacto con Ahora Madrid para preguntar por el futuro de Las Ventas. Pues despierte ya, amigo, deje de vacilar y acuda raudo a una reunión lo más temprana posible para aclarar que cualquier prohibición tendrá consecuencias sociales y jurídicas. Tampoco los famosos que se autodenominan taurinos se involucran en la defensa de un espectáculo en vertiginoso declive. Muchos de ellos han sido contactados por el medio en el que escribo y han evitado cualquier tipo de entrevista o "confesión", probablemente amedrentados por las constantes amenazas de los siempre irrespetuosos antitaurinos.

Buenos días, señores. Debemos despertar. La tauromaquia peligra.

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