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miércoles, junio 24, 2015

Un bombero y poco arte

Son tan célebres como repugnantes las declaraciones de Daniel Ruiz que todos los aficionados conocen: "el encaste minoritario es minoritario porque no embiste". Han pasado años desde que las pronunciara, pero la afición aún las recuerda como el paradigma del torerismo más extremo y de su condición de exterminador de todo lo que no se acerca a su concepto de toro. Es evidente que un criador de bravo hace flaco favor a la fiesta pronunciándose así sobre la mayoría (porque son mayoría) de ganaderías que existen, pero es justo decir que, aunque las declaraciones son muy desafortunadas, implican un hecho que a menudo se cumple: el encaste mayoritario, ese encaste Domecq del cual proviene Daniel Ruiz a menudo embiste acercándose al estereotipo de toro colaborador y amable que busca. Gustará más o menos ese tipo de toro (en mi caso, de hecho, lo repudio), pero la frecuencia con la que ganaderos como él encuentran las características que buscan en los ejemplares que lidian es digna de admiración.

Y, de hecho, así ocurrió hoy. En Alicante, Daniel Ruiz, echó una corrida muy justa de trapío para una plaza de segunda, pero adecuada para una ciudad en la que el toro se la trae, dicho claramente, al fresco. Los alicantinos no protestaron por la presentación indigna de una plaza que, según el Real Decreto, se enmarca dentro del segundo nivel posible, demostrando así su indiferencia ante el trapío del ganado. En Alicante, como en casi toda la Comunidad Valenciana, los toros más serios se echan a las calles, y así se ven pitones tan descaradamente afeitados que sustituyen bolas por puntas, hechuras feas y bureles cuesta arriba, como lo fueron hoy segundo, tercero y sexto respectivamente.

Con el tendido casi lleno sonaron los clarines y timbales a las siete de la tarde. A las siete en punto de la tarde. Morante, rezumando el olor del puro que fumó en el patio de cuadrillas, se dispuso a torear a un inválido escaso de fuerza. Tan escaso que, tras brevísimo trasteo, el de la Puebla decidió darle muerte ante las protestas de un tendido que, curiosamente, no había pedido la devolución (que se antojaba necesaria) durante el tercio de varas. Se confesó el matador sin ganas cuando le presentaron el micrófono de Canal Plus, así que hizo todo cuanto pudo para revertir la situación ante el cuarto. En pleno descanso de la merienda tomó la manguera para, bajo inexplicable júbilo de un tendido fiestero y de un público que busca arte donde nunca lo habrá, regar el empolvado piso. Recibió a su segundo con variedad pero escaso temple (¿dónde quedó el Morante que se centra en la verónica, suerte suprema capotera?), y se esmeró para gustarse aun cuando el astado se paró y el viento incomodó. Dos derechazos y un natural a pies juntos. Lo demás, vacío. Quédense, si lo prefieren, con el temple del regado, el gusto al tomar la manguera y la manera de cargar la suerte a la hora de utilizarla. Si es que ustedes vieron eso.

El lote de la tarde se lo llevó El Juli. A punto estuvo el afeitado segundo de llevárselo por delante en el primer pase de la faena, pero pensó que su pitón era más largo de lo que en realidad alcanzaba (producto de la manipulación) y se quedó sin prenderlo. Comenzó a entregarse y tomar los vuelos de la muleta por abajo. Cuanto más por abajo, mejor. Pero la mansedumbre acabó por imponerse y, ante un mentiroso y ventajista Juli, se vino a menos. Arrimones y espantosa impureza al matar valieron una oreja en el Mediterráneo. Cuando el aleonado quinto apretó en banderillas ante el lucimiento de un José María Soler que aprovechó para saludar, rondó Alicante un desagradable olor a indulto, mas dos tandas boyantes y alegres sirvieron para desfondarlo y convertirlo en una "babosa" con nula fiereza. El populismo del torero en lopecinas y nuevos arrimones valieron otra oreja. Y como uno más uno son dos, Puerta Grande al destoreo. ¿Cuántas van ya, Julián?

Bailó con la fea Alejandro Talavante. Con la fea físicamente, porque su lote fue el de peores hechuras, y también en términos de comportamiento. Su primero, el tercero de la tarde, fue un manso noblón con movilidad que careció de casta y de la transmisión que a ésta se asocia. Aunque por el pitón izquierdo quería desplazarse, las broncas embestidas por el derecho deslucieron la torería y la frescura de un improvisador Talavante. En el Este de España, una vez más, esa actuación valió una oreja. De hecho, también la faena al manso que hizo sexto mereció premio en Alicante. Hubo en este toro más aspectos a destacar que en el tercero: el saludo de Juan José Trujillo tras sentidas banderillas, el brindis al público y la predesiana genuflexa. La visible superioridad del extremeño y la contundente estocada le otorgaron la posibilidad de, como ya se ha dicho, llevarse otra 'peluda' y abrir la Puerta Grande. La, dicho sea de paso, rápida y superflua Puerta Grande.

 
 
Alicante, 23 de Junio de 2015. Casi lleno en tarde nublada. Seis toros de Daniel Ruiz: primero acapachado y muy afeitado; segundo muy bajo de agujas y de escasa presencia; tercero aleonado; cuarto serio y de trapío adecuado; quinto agradable de cara, lavado y sexto cuesta arriba y afeitado:
Morante de la Puebla (negro y azabache, en honor al fallecido José María Manzanares): División y ovación con saludos.

Julián López "El Juli" (nazareno y oro): Oreja y oreja.

Alejandro Talavante (azul marino y oro): Oreja y oreja.

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